¿Qué quería en la vida?
 

• una carrera de seis cifras

• la capacidad de ser cariñoso y afectuoso con mis hijos

• sentirte cómodo en mi piel

• jubilarse a los sesenta años 

• tener una relación sana con una pareja

• deja de sentirte como un perdedor

• detener los hábitos de afrontamiento disfuncionales;

• El peso de la culpa y la vergüenza disminuyó.

• Deja de sentirte menos masculino y poco creativo.

• dejar de complacer a la gente

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¡Eso es todo! No parece mucho. Sin embargo, después de años de terapia, seguí estancado. Finalmente, entendí algunas de las complejidades del abuso sexual infantil. Aun así, no tenía herramientas ni estrategias prácticas para superar los pequeños hábitos y patrones diarios disfuncionales que equivalían a vivir una vida miserable. Por ejemplo, el síndrome del impostor plagaba todos los puestos y me mantenía en quiebra. Lo que resulta en no mantener buenos empleos, ser ignorado para ascensos y aumentos salariales. Además, mis relaciones estaban empantanadas de inseguridades hasta el punto de que complacer a las personas se volvió perjudicial. Esa relación con ella terminó con el divorcio y la custodia parcial de los gemelos. Finalmente, no hablemos del inexistente grupo de amigos varones o de la imposibilidad de desnudarse en el vestuario del gimnasio. Mido 5'11, peso 180 libras y tengo un IMC de 19. Estoy destrozado. Se trataba de cuestiones importantes y persistentes que la terapia no abordó. Además, aunque era excelente en teoría, mi terapeuta no podía impartir herramientas prácticas. Así que elegí la distracción de ser una rata de gimnasio atraída por el porno secreto. No puedo creer que esté diciendo esto, pero si ayuda a alguien más, ¡lo acepto! La pornografía en el armario es un término que usamos en círculos religiosos donde afirmabas fidelidad espiritual pero realmente luchabas con los impulsos sexuales, las fantasías y el caos como todos los demás.

 

Mi interacción inicial con el entrenador T de "Safe Place" fue un poco inquietante. Me asustó. Se sintió diferente a mi terapeuta. Si no lo supiera mejor, podrías haberme convencido de que leyó mi mente. No podía fingir ni mentir diciendo que todo estaba bien. La forma en que entrelazó preguntas inquisitivas y estimulantes mientras respondía mis consultas con conocimientos cordiales y competentes me dejó atónito. No pude esconderme. No sabía cómo iba a costear el coaching, pero sabía dentro de mí que no sólo necesitaba al Coach T, sino que sabía que él podría ayudarme a obtener los resultados y el retorno de la inversión. Dividí el precio del programa y pedí un préstamo a veinte amigos, go-fund-me. Tenía que ser vulnerable y compartir con ellos, no todos los detalles, pero sí que necesitaba ayuda para ser una mejor persona, para no dejarme frenar por mis dolores y heridas del pasado. Ellos entendieron.

 

Después de inscribirme en el programa TransF.O.R.M, recibí por correo una carpeta de transformación personal de 200 páginas con un juego de marcadores, un póster de tareas mensuales laminado, marcadores de borrado en seco, un par de auriculares con cancelación de ruido, un diario de escritura anual y un Tarjeta de regalo de cumpleaños para Cold Stone Creamery. Yo tenía 44 años. Trabajamos juntos durante dos años. Viajar entre estados para sesiones de hipnosis y entrenamiento en persona. Es increíblemente dedicado cuando le das el espacio para hacer lo que mejor sabe hacer: entrenar, apoyar y cuidar mientras te hace responsable de tus objetivos.

 

Hoy estoy jubilado a los 54 años. no es un perdedor. Pagué mi préstamo a mis amigos con un 200%, porque la financiación ya no era un problema. Disfrutar de mi vida, sentirme cómoda conmigo misma, disfrutar del tiempo con mis hijos y ya no sentirme inferior o diferente. La diferencia significativa para mí fue la totalidad del entrenamiento. No solo trabajamos en la narrativa del abuso sexual infantil en el pasado, sino también en las áreas en las que había influido en mi vida en el presente. La ventaja para mí llegó al recibir capacitación de un coach empresarial de desarrollo ejecutivo. Como parte del coaching, lo contraté para que me ayudara a crear mi propio negocio y superé las seis cifras. Una de las cosas que el entrenador T siempre pregunta cuando trabaja con sobrevivientes es: "¿Cómo piensas contribuir a esta comunidad?" Bueno, decidí patrocinar un par de becas financieras como mi retorno de la inversión. No hay palabras que puedan acercarse a los sentimientos de alegría que experimento cada día. La red de amigos y otros supervivientes masculinos de mi vida. Me estremezco al pensar dónde no estaría hoy si no me hubiera acercado a él. Mis únicas palabras de aliento si estás leyendo esto son: "¡No dejes que nada te detenga! No temas pedirle ayuda al Entrenador T".

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